La guía del comprador de café en Colombia

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Prólogo CBGC

CBGC 0.04 Una Historia del Café en Colombia

El café llegó a Colombia a principios del siglo XVIII, traído al entonces Virreinato de la Nueva Granada por monjes jesuitas. La fecha exacta en que se plantaron los primeros cafetos es incierta, pero el primer registro escrito de café en la región aparece en El Orinoco Ilustrado, libro escrito durante la década de 1730 por el sacerdote jesuita José Gumilla (Vázquez 2021).

José Gumilla, sacerdote jesuita, escribió el primer registro del cultivo del café en Colombia.

Las primeras exportaciones de café se realizaron hacia 1835, y en las décadas siguientes la industria creció rápidamente, alentada por las autoridades coloniales. Cuenta la leyenda popular que un sacerdote jesuita llamado Francisco Romero exigía a sus feligreses que plantaran cafetos como parte de su penitencia. Cualquiera que sea la verdad de esa historia, Romero también fue un político y empresario que previó un lucrativo comercio de café y desempeñó un papel importante en la difusión del café en Colombia y Venezuela (Gutiérrez 2014).

Al ver el potencial del comercio del café para generar ingresos por exportaciones, el gobierno nacional aprobó la Ley del Café en 1879 para promover el cultivo del café. Poco tiempo después, el precio del café colombiano en el mercado de Nueva York aumentó de 10,6 centavos la libra en 1887 a 18,8 centavos la libra en 1893 (Bergquist 1978). Como resultado, la producción se disparó de 110 866 sacos en 1887 a 531 437 sacos en 1898 (Bergquist 1978). A fines del siglo XIX, el café era la principal exportación extranjera de Colombia y los aranceles sobre las exportaciones de café proporcionaban la principal fuente de ingresos del gobierno (Hanratty y Meditz 1988).

A medida que aumentaba la producción, los precios volvieron a caer, lo que causó serios problemas a la economía colombiana en el período previo a la Guerra de los Mil Días en 1899. Muchos productores especializados de café se vieron obligados a cerrar sus negocios (Palacios 2009), y algunas haciendas fueron completamente destruidas por militantes de ambos lados del conflicto (Bergquist 1978).

El final de la Primera Guerra Mundial y la reapertura del comercio con Europa llevaron a otro período de crecimiento.