Para aprender más sobre cómo es la producción de café en una finca cafetalera típica de Colombia, hablamos con Carolina Ramírez, propietaria de san antonio de la piedra, una finca cafetalera mediana en Antioquia. La familia de Carolina produce café en Antioquia desde hace más de 100 años. Preocupada por la violencia en la Colombia rural, la familia de Carolina la envió a Medellín a estudiar a la edad de 16 años. Al principio se convirtió en abogada, pero hace tres años decidió regresar a la finca y continuar con el legado de su familia.
Carolina Ramírez tomando un momento para relajarse en la finca.
En San Antonio de la Piedra siembran 12 hectáreas de café, a una densidad de 6.000 árboles por hectárea. Los árboles dan sombra al café y protegen el suelo donde crece el café. Utilizan una pequeña cantidad de su tierra para cultivar frutas y verduras para la familia. En el resto de sus tierras —60% del total— conservan el bosque natural.
Cafetos densamente plantados en las empinadas laderas de san antonio de la piedra
Carolina se enorgullece de sus esfuerzos para reducir el impacto ambiental de la granja. Evitan el uso de herbicidas, dice ella, confiando en machetes y guadañas para controlar las malas hierbas y arrancando las trepadoras a mano. Despulpan sus cerezas sin agua y utilizan fosas sépticas y lagunas para tratar las aguas residuales que resultan del procesamiento.
Para Carolina, como para muchos agricultores en Colombia, el mayor desafío en la producción de café es encontrar suficientes trabajadores. 'Cada vez hay menos jóvenes que quieren trabajar en el campo', dice. Si bien los precios del café han aumentado recientemente, también lo han hecho los costos de producción: los insumos como los fertilizantes se han más que duplicado en precio. Esto les dificulta atraer trabajadores pagando más, y muchos trabajadores agrícolas ahora prefieren buscar trabajo en la ciudad, dice ella.
También están sintiendo los efectos del cambio climático,